Ruta en moto de Fez a Merzouga. La travesía hacia el desierto

Ruta en moto de Fez a Merzouga

De la ciudad al infinito

Salimos de Fez con energía y expectación. Esta etapa supone un cambio radical: dejamos atrás las bulliciosas calles de la ciudad para adentrarnos en paisajes abiertos donde el horizonte parece no tener fin.

A medida que avanzamos, el entorno se transforma. Las carreteras serpenteantes nos llevan a Ifrane, conocida como la «Suiza marroquí» por su arquitectura europea y su entorno verde. Nos detenemos brevemente para desayunar y  disfrutar de la peculiaridad del lugar antes de continuar hacia el Atlas Medio.

Cruzando el Atlas Medio

Las montañas del Atlas Medio nos ofrecen un paisaje impresionante. La carretera se retuerce entre pinos y cedros mientras ganamos altitud. Este tramo pone a prueba nuestra técnica de conducción: algunas curvas son exigentes, pero el asfalto está en buen estado y la vista compensa cada esfuerzo.

Descendiendo de las montañas, el paisaje cambia de nuevo. La vegetación se vuelve más escasa y las llanuras se extienden hasta donde alcanza la vista. Nos detenemos a comer en una posada de carretera, donde el tajín de cordero y el té a la menta nos reponen fuerzas para lo que viene.

La llegada al desierto

A medida que nos acercamos a Errachidia, el desierto empieza a mostrarse ante nosotros. Las primeras dunas aparecen a lo lejos, y la emoción del grupo es palpable. La carretera se vuelve más recta y las rectas se alargan, permitiéndonos disfrutar de la sensación de inmensidad.

Antes de llegar a Merzouga, hacemos una última parada en el palmeral del Valle del Ziz, un oasis de vegetación en medio del paisaje árido. Es el último vestigio de frescor antes de adentrarnos por completo en el mundo del desierto.

Merzouga: la puerta del Sahara

Llegamos a Merzouga al atardecer, cuando el sol tiñe de dorado las dunas del Erg Chebbi. Dejamos las motos en el hotel y nos preparamos para una noche mágica: dormiremos en un campamento en pleno desierto, rodeados de estrellas y con el sonido del viento sobre la arena.

Esta jornada ha sido intensa, tanto en conducción como en emociones. Hemos cruzado montes, llanuras y finalmente hemos alcanzado el desierto. La sensación de haber llegado hasta aquí es indescriptible.

Conclusión: de la montaña al desierto

Cada kilómetro de esta etapa ha sido un recordatorio de la diversidad de Marruecos. Desde la frescura de Ifrane hasta el calor de las dunas, el viaje nos ha llevado a través de paisajes que parecen sacados de diferentes mundos.

Próxima etapa: Explorando Merzouga. Un día entero en el corazón del Sahara.

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