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Pasión

POR LO REAL, POR LO VIVO, POR LO QUE SE SIENTE

POR LO REAL
POR LO VIVO
POR LO QUE SE SIENTE

Porque al manillar no solo conduzco… me reconecto.
Con el camino, con la moto, y con esa versión de mí que solo despierta cuando ruedo.

Soy Quique Franco.
Apasionado de las motos, los viajes con alma y las rutas que te transforman por dentro.

Estoy de Ruta nació como una necesidad personal: unir mi amor por las curvas con mi forma de ver la vida. Organizar rutas, cuidar cada detalle y compartir experiencias reales. De las que no se olvidan.

Este proyecto lleva tres ingredientes clave:

  • un don natural para planificar sin agobiar

  • una pasión sin límites por las rutas con sentido

  • y una búsqueda constante de libertad e independencia

Mi propósito es claro:
si tú también sientes que rodar te hace sentir más vivo,
quiero que vivas tu próximo gran viaje conmigo.

¿Te atreves a probar? Rodemos juntos. 

Más que un modo de viajar,

una forma de estar vivo

Mi pasión por las motos es mucho más que un interés por las máquinas o la velocidad. Es el combustible que, a lo largo de mi vida, me ha ayudado a alimentar el espíritu. 

Con la mirada en la carretera y las manos en el manillar es inevitable experimentar vértigo y responsabilidad, pero también es la forma más genuina de sentir la libertad. 

Es plenitud e independencia. Es algo único. 

Y viajar así durante dos, cinco o diez días, con mucha ruta y poco equipaje es la mejor preparación para reconocer, al regreso, las cosas importantes de la vida. 

Lo que te puedo ofrecer 

Diseño viajes para rodar en pequeños grupos y vivir grandes transformaciones.
Esto es lo que encontrarás en cada ruta de Estoy de Ruta:

Gente con la misma pasión que tú. Con la que rodarás, reirás, compartirás silencios y alguna cerveza al atardecer. Porque viajar acompañado lo hace todo más profundo.

Rutas pensadas para el alma. Equilibrio entre curvas, paradas con encanto y paisajes que no se olvidan. Rodamos con sentido. Con calma. Con emoción.

Todo bajo control (menos lo que queremos que sorprenda) Guías, alojamientos, comidas y logística cuidada al detalle, para que tú solo tengas que rodar… y disfrutar.

Libertad con seguridad.
Vas acompañado, pero con espacio. Con apoyo, sin perder la autenticidad. Y siempre con margen para que surja la magia.

Una organización perfecta del viaje para que las reservas, los guías, las comidas y las experiencias nos estén esperando en cada etapa después de una sesión de kilómetros de libertad.

Una experiencia segura para los participantes sin que ello signifique renunciar a esos imprevistos que hacen de un viaje una experiencia enriquecedora.

Una comunidad con la que compartir tu pasión motera, para que la sientas de un modo más intenso.

Una buena planificación de la ruta, con el equilibrio justo entre rodar y descansar, entre grandes carreteras y esas maravillosas vías que te permiten sentir a tope.

Si te preguntas...

  • Cómo se siente una carretera al borde del desierto 
  • Cómo es compartir una semana de esfuerzo y camaradería  
  • Cómo es vivir con lo justo, pero sentirlo todo
  • Cómo es dormir en un hotel de montaña tras kilómetros de curvas 
  • Cómo huele la primavera cuando florece en el Pirineo

entonces ha llegado el momento de buscar respuestas
Y encontrarlas sobre dos ruedas

Algunas cosas sobre mí

Porque detrás de cada ruta, hay una historia

Tengo ahora mismo cuatro motos:
una Kawasaki Versys 1000, una BMW 1200 GS y una Yamaha FZ8 en España, y una Suzuki VStrom 650 en México.
La GS y la VStrom son mis guerreras incansables, la Versys… irrompible, fina y la FZ8… esa la saco cuando toca apretar curvas o entrar al circuito.

La que menos me duró fue una Ducati Scrambler de segunda mano que compré en México con la idea de recorrer América del Sur. No pude. Problemas de agenda. La vendí a las tres semanas. Lo bueno es que aprendí algo: no hay viaje perdido si te deja una historia.

La moto que más tiempo me acompañó fue una Kawasaki ZZR 600, con la que empecé a recorrer España allá por los 90.
Desde entonces, he compartido mil rutas con amigos, siempre siendo yo quien armaba el mapa, elegía las paradas y cuidaba los detalles.

Hace años decidí organizar mi vida al revés:
para viajar cuando otros solo pueden mirar fotos. Hoy combino el trabajo con los viajes en moto, muchas veces en pareja.
Y lo he hecho por España, Europa, Marruecos… y también por México, donde me marcó la vastedad de su territorio.

Durante un tiempo, compartí mi pasión motera con otra pasión: la navegación. Tuve un velero de 15 metros. Lo dejé cuando entendí que me ataba más de lo que me liberaba. Y elegí la moto. Porque en ella, la libertad no es un destino, es el camino.

De mí dicen dos cosas:
que soy muy bueno programando y que soy muy radical. Sobre lo primero no lo sé. Sobre lo segundo, tengo claro algo:

No hay tiempo que perder
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